jueves, 31 de enero de 2019

Gaucho

Al parecer, por una necesidad de la especie, debemos tener amigos.
Y cuando estas solo en otro país muy lejos de tus costumbres, de tu comida y de tu idioma, se hace muy necesario, al parecer, tener amigos. Tan necesario como cenar con ellos de vez en cuando, claro... para que la relación perdure.
Me encontraba en una cuestión de estas cuando entre charlas con mi amiga alemana y mi amiga polaca llegamos al punto donde la conversación vira hacia algo de mi país. 
Ese pedacito de felicidad llamado Argentina. 
Automáticamente y sin meditarlo se me hincha el pecho y saco a relucir una a una mis plumas blancas y celestes o tiro arriba de la mesa mi CV como quien dice y me preparo para responder sobre población, politica, futbol, lo que sea.

Es así, que sin enterarse de todo esto que me pasaba en ese segundo, Marta (la polaca) me consulta... lo que es ser gaucho, o eso es lo que yo entendí de buenas a primeras. 
Automáticamente pienso y me pregunto a mi mismo. Que es ser gaucho? es vivir en el campo, es vivir bajo la filosofía que el campo no es de nadie, es andar a caballo y comer asado? como le explico a una polaca y a una alemana, ambas rondando los 30 que es ser un gaucho...

Al ver mi cortocircuito mental, y calculo por miedo a que me ofendiera o algo así, me preguntan específicamente por una escena de un documental de la BBC, en donde se ve (por que yo tambien vi ese especial) un grupito de paisanos en la patagonia boleando o enlazando unos "caballos salvajes" a quienes en 15 minutos domaron y están listos para trabajar.

Yo les empiezo a contar que es una práctica muy antigua que viene de España y que ellos lo perfeccionaron con los árabes y a su vez tomaron cosas de los romanos y de los hunos y además el nativo de la región (por que odio decir indio) invento cosas también y yo hablaba y cada vez, me alejaba mas de la cuestión, como usualmente me pasa.

Para intentar recapturar la atención de mis amigas abogo en que se necesita formar un vinculo para que el caballo responda al jinete, entendiendo que este tiene mente propia y que el gaucho lo respeta y lo cuida como lo que para el es. Un medio de vida. Queriendo al perro de la misma forma y por misma razón.
Dando un empujón a la mesa y reclinando mi silla un poco hacia atrás les digo, mi abuelo fue un gauchazo, mis primos lo son, mi papá y mi hermano lo son y en el fondo me gusta pensar, que aunque lejos del fogón, lejos de los animales y el campo, un poquito. Yo también.

lunes, 28 de enero de 2019

un titular singular

En la Escuela de Educación Especial 506X del partido de Berazategui empezaron a pasar cosas extrañas.

Al parecer, alguno de los "profesores" no fue lo suficientemente bueno enseñándole a Ramón, un muchacho de piel morena y forzudo de unos 35 años 1,88 y 98 kilos, que no puede saltar los 45 mts hacia arriba que saltó por que el buraco que dejó en el piso ahora no lo quiere pagar el estado.

Todavía no se sabe bien por que los alumnos de la institución desarrollan estas habilidades, no es el agua ya que los profesores no tienen nada. Tampoco es la comida, ni el aire que respiran.
Alguna mente increíble afirmó, sin pelos en la lengua, que es producto de una mutación especial en la corteza frontal de las personas con síndrome de down, claro que esto fue parcialmente desestimado ya que el resto de las escuelas especiales nunca tuvieron casos de chicos que salgan volando por las ventanas ante la conmoción de los vecinos.

Sea por la razón que sea, tanto explicable para nuestras pobres mentes como no, estas personas que siempre tratamos de "especiales" ahora realmente lo son.

No todos vuelan, no todos tienen muchísima fuerza, no todos se desvanecen y aparecen en otros lados o se hacen muy pequeños para luego ser del tamaño de una construcción de 3 pisos. Pero ciertamente todos los participantes del ciclo lectivo 2018 de la escuela 506X tienen algo.



El tema de Ramón rápidamente tomó los primeros planos de los diarios como recién comentaba. Algunos dijeron que fue para distraer a las masas del último tema caliente en la mediocre presidencia del team gobierno actual.
Otros dijeron que no hay que levantar la perdiz en estos casos, ya que corremos riesgo de que nos invadan los yanquis y pongan una base militar y de la CIA en Bera.
Por mi parte trato de que nadie moleste a los chicos que son un pan, a pesar de venir (algunos) de familias pobres; violentas; con problemas de alcohol o drogas, a ver si (en una de esas) se enojan.



jueves, 17 de enero de 2019

Un bife "sequito"

En mi último año en el técnico, me alcanzó con ir de vez en cuando para terminar en septiembre las clases.
No me perdía los talleres, pero había clases que no iba mas. De esos días eran los viernes.
Mamá, un tiempo revendió toallas, toallones, sabanas y acolchados, (de ahí que tengo la obsesión de mirar las calidades de sabana por donde voy) igual que hacía su hermano, tío Mario, solo que el revendía juguetes, cds, peliculas y demas cosas similares. Es por esto que mas o menos me acordaba del once.
Como ya no iba a la técnica, los viernes por la mañana, empecé a ayudar al tío en el rondín de compras por el once. Mi función era ayudarlo con las pesadas e inmanejables cajas. Entre el rondín de negocios veíamos a muchos rusos que me saludaban como de toda la vida (y quienes si cruzo hoy en la calle, me paran a saludarme) Recuerdo especialmente una media mañana que me agarro con muchísima hambre, a la altura de sanatorio Mitre (y a partir de acá mi mente divaga un poco en la exactitud de la dirección) encontré un pequeño restaurante minutero que con el olor me llamó, al entrar, un camarero entrado en años (lo mismo que su mandil lleno de grasa) me dio la bienvenida y me indicó los platos del día.
Yo era chico y sería la segunda o tercera vez que comía en un "restoran" además, cabe brindar el dato que como buen provinciano (a 30kms de la capital) comía bifes como mínimo 3 veces por semana!
Pido un bife para mi (sequito) con papas fritas y un vaso de vino con soda o a lo mejor era una coca... El caso es que llego la comida y al rato cayó tío Mario. Para el fue una comida mas, hablamos de por que no tenía novia y que saliera mas de joda y mil pavadas mas. Para mi ese bife fue una cosa de otro mundo, puedo afirmar que ese bife me cambió para siempre. En mi recuerdo hasta lagrimeo en cada bocado, un sabor sublime, una textura mas allá de lo que había probado nunca. Literalmente una cosa de otra realidad!
Con el  pasar del tiempo deje de ayudar a tío Mario y me aleje del once. A los años trate dos veces de comer en ese lugar, con una distancia importante entre cada una de las veces, y en ambas la decepción fue insoportable. La primera vez me mentí que había sido una grata experiencia revivida pero lo cierto es que nada era igual. O quizás yo no era igual, por la misma época conocía, me enamoraba, me separaba y nos despediamos (en varias oportunidades) con quien por mucho tiempo creía que era la mujer de mi vida.
Y es una de estas noches frías, donde miro para atrás y pienso que quizás el bife no tenía nada de malo, en la segunda o tercer vez.
El problema, quizás, es que no se puede revivir un momento sublime, no importa cuánto lo intentes.