jueves, 7 de febrero de 2019

con las manos bajas

Es inminente, los bombardeos ya vienen.
La idea nos parece absurda. Destruir con bombas los recursos que vienen a llevarse.
Sentimos el primer avión y nos tiramos de cara al suelo, a los minutos pusimos rodilla en suelo.
Que tontera, nos volvemos a repetir...
Matar esta población para salvar aquella otra.
La idea nos parece absurda. Pero así es la cosa...

Escuchamos un silbido, es ensordecedor! le grito a Luis que baje la cabeza. Eso no es una bomba,
es una bala de calibre grueso. El me mira, y su sonrisa de confusión desaparece ante mis ojos. Lo que hasta recién era Luis, ahora es una bola de coágulos y líquido encefálico temblando en el piso.

Ya no nos conmueven estas escenas. Estamos desarmados y entendemos todo lo que pasa a nuestro alrededor. Tanto como para distinguir los silbidos de los distintos calibres que nos tiran para que dejemos de molestar, así ellos pueden llevarse el agua y demás cosas que tanto quieren.

Creen que no entendemos su dialecto, nos tiran con de todo y ríen. Escucho como ríen.
Tenemos miedo, estamos contra el piso en esta casa de techos bajos que da a la avenida.
Miro a mi alrededor, todavía quedamos 8 con vida. Les regalo una sonrisa, la misma que me dio Luis a mi.

No se por que no entran y nos sacan a los 8 de nuestra miseria. Alguien atrás mío está hablando de envenenar el pozo del patio trasero. Tiremos a Luis ahí adentro, si zafamos 24hs y nos podemos escapar, esa agua no la van a poder aprovechar. Trato de girar para verle la cara y explicarle que nosotros tampoco vamos a poder tomar esa agua.Si zafamos 24hs mas no vamos a poder llegar a las 25.

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