viernes, 15 de marzo de 2019

recuerdos de gastronomía

Mi papá me da vino, le supe decir a la pediatra de la clínica quilmes a mis tiernos 8 años. Lo que llevo a que la médica le diga cosas "cariñosas" a mi padre en un lugar donde yo los veía pero no los escuchaba. Cuando volvimos papá estaba enojado pero al primer semáforo se entró a morir de la risa.
Seguramente te estés enterando ahora.
Alguna vez supe colarme en una barra y hacer un cocktail en un viejo bar de ex jockeys en la ciudad de la plata, entre que termine la secundaria y abandone la primer universidad...
El camino de la vida que me marque, me llevo a meterme en la barra de un viejo cabaret de 60 y 3 si la memoria no me falla, karol se llamaba.
Después de eso me metí en barras de bares varios, eventos y distintos lugares. Vinieron los torneos, "la fama", el reconocimiento y toda esa porquería que conlleva.
Este recuerdo en particular me lleva a recordar mis estancias en 70 bar, cuando trabaje con quien considero fue mi mentora en la profesionalización, Gaby Potochek.
Una noche cayó tarde una mesa amiga del dueño (Pablo Schoklender, si! ese Pablo y no, nunca me cayó bien) tomé su orden, me metí en la cocina y tome el queso rayado de la heladera, ya que a esa hora y solo, era barman, camarero, gerente, bachero, etc. Entró el cheff me vio que me llevaba el plato y vi el rojo del infierno en sus ojos. Pude ver como me mataba en su imaginación y se bañaba en mi sangre.
Nene vení para acá... Llegó a destilar por la boca mientras se entremordia para no golpearme en el rostro.
De donde sacaste eso?
Con voz de perrito que sabe que hizo el cagadon de su vida, frunciendo la cola le dije... De la heladera cheff, con la mejor cara de pelotudo que pude poner.
Bueno querido, esto no es la barra, acá no podes entrar y agarrar cosas sin pedir permiso. Lo miraba fijo, veía como hacía fuerza para no gritar.
Su pasado como aprendiz de cocinero en una escuela claramente francesa o como aprendiz de un francés se hacía notar.
Vení, vas a rayar esta horma de queso y después seguí haciendo lo que estabas por hacer.
Yo traté de explicarle la mesa, Pablo, la comida enfriándose, la barra y la caja sola.
Con la vista me contestó automáticamente la respuesta a mis plegarias y excusas.
Tome valor y como quien no quiere la cosa raye una horma de queso ante la atenta mirada del cheff. Marcelo creo que se llamaba... No me puedo acordar sabes.
A los 20 minutos, con el brazo acalambrado y con la horma de reggianito rallado me dejo subir a mi barra. Donde las ordenes las daba yo, donde el cheff era yo, donde los dueños me pedían permiso para pasar.

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