miércoles, 6 de marzo de 2019

vuelo 8282

Me senté en el 19B. Me jodió ir al medio, no te lo voy a negar.
A mi izquierda se sentó un señor grande en volumen, de rostro amable y simpático. Llego tarde al vuelo y calculo que por eso su transpiración se sintió en mi nariz, tan fuerte! Por este y algunos detalles mas como el inglés cantadito o la forma de acomodarse, me doy cuenta que es Venezolano asi que automaticamente lo saludo en mi porteñisimo español. 
Me mira, responde con una sonrisa facial y dice: -Argentino? 
Con la misma cara que el, le respondo: de Buenos Aires.

En eso llega un señor extremadamente flaco, de no más de 1,50mts que no abrió la boca para nada...
tez morena que se acomodo de muy mala gana, y sin sacarse los anteojos negros de estilo matrix I, a mi derecha. El vuelo venía a esta ciudad del mal que es Londres. Calculo que por eso el ánimo apagado de todos los presentes. 
En el asiento de tres, post pasillo viajaban un señor grandote afro británico y dos orientales que no pararon NUNCA de cuchichear como si no se vieran hace un monton y si o si se tenian que poner al día.

Mas adelante la chica de Letonia con un pelo al estilo pibe valderrama que me shockeo y cada tanto la relojeaba para no olvidarme de ese pelo!

El vuelo despegó un poco raro pero más allá de eso no mucho más... los aero cargos estaban muy despreocupados, casi boludeando diría. Cosa que tampoco me llamo la atencion. 

Empezó con una turbulencia chiquita que despertó a alguno que putio raro, después se entró a sacudir un montón y la puteada fue mas fuerte, casi sin mirar supe que era ruso aunque un poco petiso.

Cayeron las máscaras y entre los gritos distinguí una ucraniana resando, en ese instante mi excitación era tremenda. la misma sensación que estar cayendo en una montaña rusa, los ojos se me hiban hacia atrás y la excitación del shock de adrenalina por un momento se volvió casi sexual, me agarre fuerte de los apoyabrazos quitando al venezolano y al peruano que se estaba despertando entre los gritos en alemán del señor que quería explicarles a sus compañeros de asiento que es lo que tenían que hacer.

Casi en el momento culmine de la bajada, con el ruido de los flap izquierdos a todo trapo para tratar de virar la caída, el venezolano se quita la máscara y me pregunta aterrorizado si vamos a morir.
Empecé a sonreír, entiendo, que de un modo casi macabro y con rasgos de que claramente y con urgencia necesitaba un cigarrillo digo: 
-Algunas cosas son mejor no saberlas.

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